jueves, 3 de noviembre de 2011

Muerte Súbita

¿Qué es la muerte súbita?
La muerte súbita es la aparición repentina e inesperada de una parada cardiaca en una persona que aparentemente se encuentra sana y en buen estado.

Existe una definición más formal, que es la utilizada en los estudios médicos: "muerte súbita es el fallecimiento que se produce en la primera hora desde el inicio de los síntomas o el fallecimiento inesperado de una persona aparentemente sana que vive sola y se encontraba bien en plazo de las 24 horas previas".

Su principal causa es una arritmia cardiaca llamada fibrilación ventricular, que hace que el corazón pierda su capacidad de contraerse de forma organizada, por lo que deja de latir. La víctima de muerte súbita pierde en primer lugar el pulso, y en pocos segundos, pierde también el conocimiento y la capacidad de respirar. Si no recibe atención inmediata, la consecuencia es el fallecimiento al cabo de unos minutos. Como es fácil comprender, se trata de una situación completamente devastadora.

Las medidas de reanimación cardiopulmonar pueden conseguir en muchos casos que la arritmia desaparezca y el paciente se recupere. Si por fortuna sucede esto, estaremos ante un 'episodio de muerte súbita' o 'muerte súbita reanimada'.

Tipos de muerte súbita
La muerte súbita aparece fundamentalmente en tres grandes situaciones:

La causa más frecuente de los casos, y con muchísima diferencia, es la enfermedad coronaria. La muerte súbita es una de las formas frecuentes en las que puede presentarse un infarto de miocardio.
Un grupo de pacientes mucho más pequeño, pero tal vez mucho más conocido, por la repercusión que han tenido en los medios de comunicación en varios casos recientes, está formado por pacientes jóvenes que sufren una parada cardiaca mientras realizan una actividad deportiva.
Finalmente, el término 'muerte súbita' se emplea también para describir el fallecimiento repentino de lactantes de menos de un año de edad. En estos casos, el problema es muy diferente, y aunque no se conocen bien las causas, se piensa que puede ser debido a la inmadurez del organismo para mantener el ritmo respiratorio.
Causas de muerte súbita
La muerte súbita se debe habitualmente a una arritmia cardiaca maligna: la fibrilación ventricular. Esta arritmia consiste en la aparición de un ritmo cardiaco muy rápido e irregular, que hace que cada uno de los músculos que componen el corazón se contraiga muchas veces, muy rápidamente y de forma muy desorganizada. La consecuencia es que el corazón pierde por completo su capacidad para latir de una forma normal, ya no es capaz de mandar sangre a la circulación. Por tanto, la presión arterial cae a cero y se anula el riego sanguíneo del cerebro y del resto del cuerpo. Cuando se detiene la circulación, el oxígeno y los nutrientes dejan de llegar a los órganos, que rápidamente empiezan a sufrir. Es importante saber que el órgano más vulnerable es el cerebro. Unos pocos minutos de parada cardiaca pueden ser la causa de lesiones cerebrales graves; de hecho, éstas son las principales secuelas en los pacientes que son reanimados.

La fibrilación ventricular no ocurre en corazones sanos. En personas mayores de 35 años, la causa más frecuente de muerte súbita es la arteriosclerosis coronaria y el infarto de miocardio. En las personas jóvenes y los atletas, las causas son más variadas, destacando dos alteraciones del músculo ventricular:

La miocardiopatía hipertrófica
La displasia arritmogénica de ventrículo derecho
Se trata de dos enfermedades relativamente infrecuentes, con un componente genético importante, y en las que la muerte súbita puede ser la primera manifestación, a menudo provocada por el ejercicio físico intenso.

Síntomas de la muerte súbita
Las víctimas de muerte súbita presentan de manera brusca una pérdida completa del conocimiento y no responden a ningún tipo de estímulo. Pueden tener los ojos abiertos o cerrados, y en seguida, dejan de respirar. Sin atención, el color de la piel pierde rápidamente el tono rosado habitual y se torna azul violáceo.

Pronóstico

La inmensa mayoría de los pacientes que sufren una muerte súbita y no reciben atención médica fallecen en pocos minutos.

Tratamiento
Existe una medida de tratamiento eficaz: la desfibrilación. Consiste en administrar al corazón una descarga eléctrica controlada con un dispositivo que se conoce como desfibrilador. Básicamente, lo que hace este dispositivo es descargar la actividad eléctrica de todas las células del corazón a la vez. Lo habitual es que al reiniciar 'desde cero' la actividad del corazón, éste recupere su ritmo habitual normal.

Es muy importante saber que el pronóstico de los pacientes que sufren una muerte súbita depende fundamentalmente del tiempo que transcurre entre que el corazón se detiene y se aplica una desfibrilación. Se calcula que por cada minuto de demora existe un 10 por ciento menos de posibilidades de que el paciente se recupere. Si no tenemos a manos un desfibrilador, la segunda medida importante es el masaje cardiaco, ya que así conseguiremos prolongar el tiempo en el que una desfibrilación pueda ser eficaz.

¿Qué hacer?
Una persona que sufre una parada cardiaca se halla en una situación tan desesperada en la que cualquier ayuda puede marcar la diferencia entre el fallecimiento y la recuperación. Ninguna de las atenciones que se intenten puede ser perjudicial.

Lo primero que hay que hacer es solicitar atención médica, llamando al teléfono de emergencias 112. A la hora de dar el aviso es muy importante explicar que la persona que tenemos delante está sufriendo una parada cardiaca. Si se hace de forma correcta, el personal del equipo de emergencias enviará lo más rápidamente posible un equipo médico-sanitario con el dispositivo técnico adecuado.

Mientras esperamos al servicio de emergencias, el siguiente paso es comprobar el estado del paciente. Para ello, mueve suavemente a la víctima por el hombro, valorando si tiene algún tipo de respuesta. Comprueba también si respira o no.

Si el paciente presenta una parada cardiaca y no respira, se deben realizar técnicas de reanimación cardiopulmonar. Aunque es una medida bastante conocida, se ha comprobado que la respiración boca a boca resulta innecesaria e ineficaz, ya que lo realmente importante es realizar un masaje cardiaco correcto. Se deben poner ambas manos en el centro del esternón del paciente y hacer compresiones hacia abajo con los brazos extendidos en ángulo recto respecto cuerpo de la víctima. Hay que comprimir el esternón hacia abajo unos 4-5 cm, con una frecuencia aproximada de 100 veces por minuto, e intentar que las compresiones sean rítmicas y regulares, es decir, con las mínimas interrupciones posibles. El masaje cardiaco se debe mantener hasta que la víctima recupera el conocimiento o hasta que llegue la asistencia médica.

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